En general cuando pensamos en la implementación solemos pensar en
algo nuevo que hay que construir desde sus bases y no le hemos prestado
suficiente atención a lo que hay que destruir o dejar atrás.
Uno de los errores que
hemos cometido en los procesos de implementación ha sido –obviamente dicho
de un modo simplificado- creer que se trataba de establecer nuevas instituciones
y nuevas normas de actuación en una “tabula rasa”, sobre un espacio social vacío.
De más está decir que esta visión rara vez se ha hecho explícita, pero subyace a la
gran mayoría de las planificaciones o de las actividades que se han llevado a cabo
para la implementación.
La debilidad del conocimiento empírico sobre los viejos
sistemas y la necesidad de insistir en ideas tan elementales (como el
enjuiciamiento público, por ejemplo) ha llevado a descuidar el conocimiento de
las prácticas del sistema anterior, consolidadas a veces por siglos de repetición e,
incluso, ellas mismas muy distantes de lo que los anteriores códigos señalaban.[sigue]
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